Choque de civilizaciones resumen

Choque de civilizaciones

Huntington propuso un cambio de paradigma para comprender la política mundial posterior a la Guerra Fría, ya que sostenía que las cuestiones «intercivilizatorias» estaban sustituyendo a las interpotencias[2] La tesis del choque de civilizaciones de Huntington se esforzaba por ofrecer un nuevo paradigma de la política mundial, que, en contraste con la teoría realista centrada en el Estado y el modelo neorrealista dominado por el sistema, se centraba en los factores religiosos civilizacionales[3] En su artículo The Clash of Civilizations? publicado en Foreign Affairs en el verano de 1993 (posteriormente ampliado en su libro de 1996 The Clash of Civilizations and the Remaking of World Order), expuso sus propuestas básicas:
Mi hipótesis es que la fuente fundamental de conflicto en este nuevo mundo no será ni ideológica ni económica. Las grandes divisiones entre la humanidad y la fuente dominante de conflicto serán culturales. Los Estados nación seguirán siendo los actores más poderosos en los asuntos mundiales, pero los principales conflictos de la política global se producirán entre naciones y grupos de diferentes civilizaciones. El choque de civilizaciones dominará la política mundial. Las líneas de fractura entre civilizaciones serán las líneas de batalla del futuro[4].

Ensayo sobre el choque de civilizaciones

Estamos entrando en una época en la que las diferentes civilizaciones tendrán que aprender a convivir en un intercambio pacífico, aprendiendo unas de otras, estudiando la historia de las demás, y con ideales de arte y de cultura para enriquecerse mutuamente. La alternativa en este pequeño mundo superpoblado es la incomprensión, la tensión, el choque y la catástrofe».
Esta cita nos llega de los años 50, cuarenta años antes de que Samuel Huntington escribiera el libro Choque de civilizaciones (Simon & Schuster, 1996; Touchstone, 1998). Es importante entender la tesis de Huntington en el contexto de la declaración de Lester Pearson. Huntington es un estudioso de los asuntos internacionales y la política exterior. Su objetivo era comprender la naturaleza del mundo tras el colapso de la Unión Soviética y las implicaciones que podría tener para los asuntos internacionales. La Guerra Fría había llegado a su fin. La bipolaridad que existía debido al largo enfrentamiento entre Estados Unidos y la Unión Soviética había terminado. Esto no significaba que el conflicto hubiera llegado a su fin o que el mundo fuera ahora un lugar más homogéneo y pacífico. El análisis de Huntington refleja otra serie de dicotomías y polaridades que regirían el mundo, y el Choque de Civilizaciones se centra en ellas.

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La teoría del choque de civilizaciones

El texto de Huntington aborda la estructura de la política mundial en el mundo de la posguerra fría. Una vez que la Guerra Fría llegó a su fin y el mundo dejó de estar dominado por las dos superpotencias de Estados Unidos y la Unión Soviética, ¿cómo se reorganizaron los asuntos internacionales? ¿Cómo podemos caracterizar el equilibrio de poder en el mundo actual? ¿Y qué lugar ocupa la civilización occidental en la mezcla? Huntington responde a estas preguntas centrándose en el reciente ascenso de siete u ocho grandes civilizaciones. Su argumento central es que la cultura y la identidad cultural conforman las pautas de conflicto, unión y separación de las instituciones internacionales en el mundo de la posguerra fría. Con el fin de la Guerra Fría, los países dejaron de definirse por las ideologías con las que se alineaban. Ya no podían recurrir a su condición de naciones comunistas o capitalistas para definirse y definir su lugar en el orden internacional. En su lugar, los países comenzaron a hacer hincapié en su identidad cultural. Este énfasis en la cultura significaba que ningún país estaba exento de determinar su posición. Los Estados ya no se preguntaban «de qué lado estás», sino «quién eres». Esta segunda pregunta es imposible de evitar.

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Al tratar de comprender las causas profundas de los sucesos del 11-S, muchos relatos han recurrido a la provocadora y controvertida tesis de Samuel P. Huntington del «choque de civilizaciones», que ha suscitado un fuerte debate. Los datos de las oleadas de 1995-2001 del Estudio de Valores Mundiales aportan pruebas de encuestas que nos permiten, por primera vez, cribar la verdad en este debate comparando las actitudes y los valores en 75 sociedades de todo el mundo, incluidos muchos estados islámicos y occidentales.
Los resultados confirman la primera afirmación de la tesis de Huntington: la cultura importa, y de hecho importa mucho, de modo que las herencias religiosas dejan su clara huella en los valores contemporáneos. Pero Huntington se equivoca esencialmente al suponer que el enfrentamiento central entre los mundos occidental e islámico se refiere a la democracia, ya que las pruebas sugieren sorprendentes similitudes en los valores políticos de estas sociedades. Sigue siendo cierto que las naciones islámicas difieren de Occidente en cuestiones de liderazgo religioso, pero no se trata de un simple enfrentamiento dicotómico, ya que muchos países de todo el mundo muestran actitudes similares hacia el Islam. Además, la tesis original no identifica la principal línea de fractura cultural entre Occidente y el Islam, relativa a las cuestiones sociales de la igualdad de género y la liberalización sexual. Los valores que separan al Islam de Occidente giran mucho más en torno a Eros que a Demos.