Trastornos paroxisticos no epilepticos

tratamiento de las crisis no epilépticas

Las crisis no epilépticas (NES), también conocidas como eventos no epilépticos, son eventos paroxísticos que parecen similares a una crisis epiléptica, pero que no implican descargas anormales y rítmicas de las neuronas en el cerebro[2] Los síntomas pueden incluir temblores, pérdida de conciencia y pérdida de control de la vejiga[3].

Las causas fisiológicas incluyen los desmayos, los trastornos del sueño y las arritmias cardíacas[3][1] Las causas psicológicas se conocen como crisis psicogénicas no epilépticas[1] El diagnóstico puede basarse en la historia del suceso y la exploración física, con el apoyo de pruebas cardíacas y un electroencefalograma[1].

La Liga Internacional contra la Epilepsia (ILAE) define una crisis epiléptica como «una aparición transitoria de signos y/o síntomas debida a una actividad neuronal anormal excesiva o sincrónica en el cerebro»[4] Las crisis convulsivas o no convulsivas pueden producirse en alguien que no tenga epilepsia, como consecuencia de un traumatismo craneal, una sobredosis de medicamentos, toxinas, eclampsia o convulsiones febriles. Por lo general, para que una persona sea diagnosticada de epilepsia, es necesario que se produzca dos veces una convulsión provocada (o no provocada, o idiopática).

tratamiento de los trastornos paroxísticos

Los trastornos paroxísticos no epilépticos (DPN) se definen como eventos que imitan las crisis epilépticas. Su aparición suele ser repentina y de corta duración, causada por una disfunción cerebral de diversos orígenes, pero no debida a un disparo neuronal excesivo. Su incidencia es mayor que la de la epilepsia (10:1). Pueden aparecer a cualquier edad, pero son más frecuentes en los niños, sobre todo en el primer año de vida. La inmadurez del sistema nervioso en la infancia provoca en este periodo manifestaciones paroxísticas muy diversas y diferentes a las de otras edades. Los trastornos paroxísticos normales y comunes en los niños pueden simular crisis epilépticas. El primer paso es establecer un diagnóstico correcto, si el episodio clínico paroxístico es una convulsión o una DPN. El diagnóstico diferencial es muy amplio, especialmente en las primeras edades. Es necesario un examen neurológico completo en caso de duda y se debe ampliar el estudio con exámenes complementarios, investigaciones que en la mayoría de los casos serán normales/negativas. En algunos de ellos se ha demostrado una base genética. Las opciones de tratamiento son limitadas y la mayoría de las PNED no tratadas tienen un resultado favorable.

significado de no epiléptico

Los ataques no epilépticos (NES), también conocidos como eventos no epilépticos, son eventos paroxísticos que parecen similares a un ataque epiléptico pero no implican descargas anormales y rítmicas de las neuronas en el cerebro[2] Los síntomas pueden incluir temblores, pérdida de conciencia y pérdida de control de la vejiga[3].

Las causas fisiológicas incluyen los desmayos, los trastornos del sueño y las arritmias cardíacas[3][1] Las causas psicológicas se conocen como crisis psicogénicas no epilépticas[1] El diagnóstico puede basarse en la historia del suceso y la exploración física, con el apoyo de pruebas cardíacas y un electroencefalograma[1].

La Liga Internacional contra la Epilepsia (ILAE) define una crisis epiléptica como «una aparición transitoria de signos y/o síntomas debida a una actividad neuronal anormal excesiva o sincrónica en el cerebro»[4] Las crisis convulsivas o no convulsivas pueden producirse en alguien que no tenga epilepsia, como consecuencia de un traumatismo craneal, una sobredosis de medicamentos, toxinas, eclampsia o convulsiones febriles. Por lo general, para que una persona sea diagnosticada de epilepsia, es necesario que se produzca dos veces una convulsión provocada (o no provocada, o idiopática).

trastornos paroxísticos de la infancia

Los ataques no epilépticos (NES), también conocidos como eventos no epilépticos, son eventos paroxísticos que parecen similares a un ataque epiléptico pero que no implican descargas anormales y rítmicas de las neuronas en el cerebro[2] Los síntomas pueden incluir temblores, pérdida de conciencia y pérdida de control de la vejiga[3].

Las causas fisiológicas incluyen los desmayos, los trastornos del sueño y las arritmias cardíacas[3][1] Las causas psicológicas se conocen como crisis psicogénicas no epilépticas[1] El diagnóstico puede basarse en la historia del suceso y la exploración física, con el apoyo de pruebas cardíacas y un electroencefalograma[1].

La Liga Internacional contra la Epilepsia (ILAE) define una crisis epiléptica como «una aparición transitoria de signos y/o síntomas debida a una actividad neuronal anormal excesiva o sincrónica en el cerebro»[4] Las crisis convulsivas o no convulsivas pueden producirse en alguien que no tenga epilepsia, como consecuencia de un traumatismo craneal, una sobredosis de medicamentos, toxinas, eclampsia o convulsiones febriles. Por lo general, para que una persona sea diagnosticada de epilepsia, es necesario que se produzca dos veces una convulsión provocada (o no provocada, o idiopática).

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