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Marbella es un lugar extraño, del que la mayoría de la gente en el Reino Unido probablemente habrá oído hablar a través de la cita «no carbs before Marbs» que se hizo famosa por el accidente sociológico The Only Way is Essex, pero si se le pide que se explaye sobre la ciudad costera del sur de España, dudo que muchos puedan hacerlo.
En su día fue el lugar preferido de los futbolistas de la Premier League para desconectar de la monótona rutina del fútbol profesional, pero ahora se ha convertido en un hervidero de actividad para los miembros del reparto del mencionado «reality» televisivo, así como de algunos personajes más que turbios que estarían como en casa en la sala de juntas de muchos clubes de fútbol de élite.
Durante la autopsia del accidente, se descubrió que no se había dejado secar el cemento, lo que provocó la caída del techo. Además, ni un arquitecto ni un topógrafo habían dado el visto bueno a la construcción, y los planos del inmueble no existían. Gil fue condenado a cinco años de cárcel, pero fue indultado personalmente por el propio Franco tras cumplir sólo 18 meses.
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En los años sesenta, Gil dirigía una empresa de construcción de urbanizaciones cerradas. Un complejo que había construido en San Rafael, cerca de Segovia, se derrumbó en 1969, matando a 58 personas e hiriendo a muchas otras. Una investigación posterior demostró que el cemento del nuevo edificio aún no había fraguado y que todo el proyecto se había realizado sin recurrir a arquitectos, topógrafos ni planos. Gil fue condenado a cinco años de prisión, pero fue indultado a los 18 meses por el general Francisco Franco[1].
La mayor parte de la policía local de Marbella fue reclutada indirectamente por Gil entre legionarios y miembros de otras fuerzas militares de élite de todo el sur de España y el norte de África durante los años ochenta y noventa, y algunos de estos agentes formaban la propia guardia de corps privada de Gil[3].
En 1991, fundó y dirigió el Grupo Independiente Liberal (GIL) como vehículo político, y ese mismo año fue elegido alcalde de Marbella[1]. Instaló un busto de Francisco Franco en el ayuntamiento y era conocido por recorrer las calles de la ciudad gritando improperios a las prostitutas y a los indigentes[1]. Su alcaldía fue lo suficientemente popular como para ser reelegido tres veces[1].
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La figura de Jesús Gil como presidente del Atlético de Madrid pasó a la historia para bien y para mal. Está claro que el máximo mandatario rojiblanco luchó por hacer frente al Real Madrid y al Barcelona y hay que decir que en alguna etapa de su mandato consiguió (el doblete en la temporada 1995-1996) pero también vivió momentos nefastos (el descenso a Segunda División en la 1999-2000) y declaraciones lamentables como la dedicada a Donato, protagonista de este artículo.
Para hablar de Jesús Gil necesitamos varios artículos y aún así no será suficiente. Hoy trataremos uno de esos desafortunados episodios que protagonizó el presidente del Atlético. En la temporada 1988-1989 llegó al Atlético de Madrid un brasileño de 26 años, Donato Gama da Silva, que había conseguido destacar en la liga brasileña en las filas del Vasco de Gama con el que los cariocas habían ganado tres campeonatos.
En el Calderón pero tenía una buena trayectoria y tras 5 temporadas ganó dos Copas y se convirtió en un fijo con todos los entrenadores (que fueron muchos). Pero sin embargo, con 30 años y una lesión que hacía dudar de su recuperación, Jesús Gil decidió que era el momento de dejar ir a ese «muerto de hambre» como llegó a llamarlo alguna vez en público porque además ya se encontraba «viejo y medio cojo».
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Jesús Gil es el presidente más polémico, peculiar, mediático y entre varias cosas diferentes que ha dado la historia del fútbol español. Como para tener su propia historia en una cadena como la HBO. Nacido en El Burgo de Osma, Soria, el 12 de marzo de 1933, fue empresario, alcalde de Marbella, estrella de la televisión y presidente del Atlético de Madrid. En ninguna de estas facetas dejó a nadie indiferente.
Un hombre que tampoco dejó indiferente a nadie en el momento de su muerte y que son pocos, los que dicen que realmente no murió, al menos en el momento en que se dijo y huyó a otro país. Murió unos días antes del juicio. Una teoría que tomó fuerza cuando en 2015, Ángel María Villar preguntó a su hijo, Gil Marín, por su padre y éste le dijo que estaba bien. Habían pasado oficialmente 11 años desde la muerte de Jesús Gil en 2004.
Fingida o no su muerte, la vida de Jesús Gil siempre estuvo llena de idas y venidas. Fue juzgado y encarcelado por un delito de «homicidio involuntario» a causa de la muerte de 56 personas en junio de 1969 cuando en una sala de Los Ángeles de San Rafael, de la que era promotor y propietario, se derrumbó. Posteriormente fue indultado en 1971.