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Es de bien nacidos ser agradecidos
Sin gratitud
«De bien nacidos es ser agradecidos» dice el proverbio popular, y es una gran verdad que nunca deberíamos olvidar. Seguro que puedes recordar algún momento en el que decir «gracias» se te queda corto. Un momento en el que haber conocido frases de agradecimiento te hubiera sido de gran ayuda.
Son esas personas que ocupan un lugar especial en tu corazón gracias a las acciones que hicieron en tu vida. Te han demostrado que se preocupan por ti y eso llena tu corazón de orgullo y satisfacción. Han estado a tu lado siempre que lo has pedido o incluso, porque han estado a tu lado y siguen dándote todo su amor sin límites.
Por este motivo, vamos a explicarte algunas frases de agradecimiento que debes guardar para poder utilizarlas siempre que sea necesario. Puedes escribirlas y guardarlas en una libreta para poder recuperarlas cuando las necesites, También puedes anotar aquellas que te conviene recordar porque son las que más te han gustado, etc.
Por todo ello, no puedes perderte la recopilación de frases de agradecimiento que hemos puesto aquí para ti. Son frases que puedes utilizar para dedicar a otras personas o simplemente para reflexionar sobre el agradecimiento que tienes en tu vida y que das a los demás y también a ti mismo.
Comentarios
«Mis padres fueron dos personas maravillosas: trabajadores, honestos y con un gran sentido de la ética y la justicia. De ellos aprendí que «es de bien nacidos ser agradecidos», así que, tratando de seguir su ejemplo y de llegar a un listón que dejó siento que mi pluma no esté a la altura de la de mi padre (dos veces ganador del Premio Pérez Lugín), pero espero que mi mensaje llegue igual de alto. Que puede interesar
No voy a hacer una crítica al programa municipal de la Fiesta de San Xoán ’16: primero, porque no lo conozco en profundidad, segundo porque creo que la crítica debe hacerse siempre a posteriori, Destruir en lugar de construir; también creo firmemente que todo lo que se haga para enriquecer, exaltar y celebrar algo tan nuestro como el San Xoán debe ser bienvenido: sumando siempre somos mejores.
Como X Meiga Mayor Infantil, me encuentro incluida en este ramillete de «mujeres florero» que llevan más de cuarenta años representando y celebrando la fiesta de San Xoán. Estudié tres carreras, y hoy en día dirijo mi empresa, una escuela de baile, trabajando duro y muy duro para salir adelante en una profesión nada fácil; empecé con 26 años, sin más ayuda que la de mi familia y amigos -trabajadores e incondicionales- porque, no nos engañemos, los empresarios son los «ortegas amancios», los demás son meros sufridores escondidos bajo el epígrafe del autónomo siempre maltratado. Tengo un gran sentido de la justicia laboral y de la conciencia social, en parte por herencia, en parte quizás porque he sido cocinero antes que fraile (siempre compaginando trabajo y estudios para conseguir lo que me proponía) y procuro hacer las cosas bien -lógicamente no siempre lo consigo- y aportar mi granito de arena para dejar este mundo (herencia de nuestros padres y préstamo de las generaciones futuras) un poco mejor de lo que lo encontré -tarea difícil, ¿no crees? Si esto es una mujer florero, me declaro culpable.
Hábito de la gratitud
Suelo dar por sentado que tengo piernas para caminar, ojos para ver, brazos que puedo usar para abrazar a mi hijo. Me olvido de mi hijo. Bueno, en realidad no me olvido de él, al menos como presencia física; generalmente me acuerdo de recogerlo del colegio y darle de cenar. Pero cuando me enfrento a los golpes cotidianos de la paternidad, me olvido todo el tiempo de lo mucho que ha cambiado mi vida para mejor.
La gratitud (y su hermano, el agradecimiento) es la herramienta mental que utilizamos para recordar las cosas buenas. Es una lente que nos ayuda a ver las cosas que no entran en nuestras listas de problemas por resolver. Es un foco que ilumina a las personas que nos dan las cosas buenas de la vida. Es un pincel rojo brillante que aplicamos a bendiciones que de otro modo serían invisibles, como calles limpias o salud o comida suficiente.
La gratitud no hace desaparecer los problemas y las amenazas. Podemos perder el trabajo, podemos ser atacados en la calle, podemos enfermar. Yo he experimentado todas esas cosas. Recuerdo esos momentos angustiosos en momentos inesperados: Mi corazón late más rápido, mi garganta se contrae. Mi cuerpo quiere golpear algo o salir corriendo, lo uno o lo otro. Pero no hay nada que golpear, ni ningún lugar al que huir. Las amenazas son reales, pero en ese momento sólo existen en la memoria o la imaginación. Yo soy la amenaza; soy yo quien se desgasta con la preocupación.
Gratitud y agradecimiento
Cada temporada de vacaciones viene acompañada de grandes expectativas de una época del año acogedora y festiva. Sin embargo, para muchos esta época del año está teñida de tristeza, ansiedad o depresión. Sin duda, una depresión grave o un trastorno de ansiedad severo son los que más se benefician de la ayuda profesional. ¿Pero qué pasa con aquellos que simplemente se sienten perdidos, abrumados o deprimidos en esta época del año? Las investigaciones (y el sentido común) sugieren que un aspecto de la temporada de Acción de Gracias puede realmente levantar el ánimo, y está integrado en la festividad: ser agradecido.
La palabra gratitud se deriva del latín gratia, que significa gracia, gracilidad o agradecimiento (según el contexto). En cierto modo, la gratitud engloba todos estos significados. La gratitud es un agradecimiento por lo que un individuo recibe, ya sea tangible o intangible. Con la gratitud, las personas reconocen la bondad de sus vidas. En el proceso, las personas suelen reconocer que la fuente de esa bondad se encuentra, al menos parcialmente, fuera de ellas mismas. Por ello, ser agradecido también ayuda a las personas a conectarse con algo más grande que ellas mismas como individuos, ya sea con otras personas, con la naturaleza o con un poder superior.