Eduardo zamacois y zabala

gregorio zeitlin

Eduardo Zamacois Zabala nació en Bilbao en el seno de una familia ilustrada el 12 de julio de 1841, poco después del final de la primera guerra carlista. Su padre fue fundador y director de la escuela de humanidades de Santiago de Vizcaya, la principal institución académica de la ciudad que cerró tras la guerra y en la que enseñó, entre otros, el matemático Alberto Lista. Él y su esposa tuvieron veintitrés hijos, muchos de los cuales destacaron en diversas ramas de las artes y las ciencias. El joven Eduardo, que mostró interés por el arte desde muy joven, se formó inicialmente en el estudio del pintor madrileño José Balaca, que entonces vivía en Bilbao.
Debido posiblemente al cierre de la escuela y a la necesidad de que sus hijos completaran sus estudios, la familia Zamacois se trasladó a Madrid, donde Eduardo se matriculó en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando. Compañero de Raimundo de Madrazo, con el que más tarde compartiría experiencias artísticas en París, recibió clases del padre de Raimundo, Federico, entonces director de la escuela. El joven pintor complementó su formación académica copiando a los maestros antiguos durante sus frecuentes visitas al Museo del Prado. Su vocación se afianzó al llegar a la edad adulta, cuando realizó su primera obra importante, titulada La desesperación, que fue presentada a la segunda Exposición Nacional de 1860 y le aseguró su primer éxito.

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In 1866 Zamacois met the painter Mariano Fortuny, forging a great friendship between the two. Testimony to this is a portrait that Fortuny engraved him in 1869, leaning on a table; it is one of the best etchings of the Catalan master. In addition, Zamacois had to pose as a figurehead (dressed as a bullfighter) for Fortuny’s masterpiece The Vicarage (Barcelona, MNAC). It was Zamacois, protected by the publisher Adolphe Goupil, who put Goupil and Fortuny in contact; thanks to this, the Catalan master signed an exclusive contract with the firm Goupil & Cie. that propelled his fame and strengthened his economic well-being.
In 1870 he won the Gold Medal at the Official Paris Salon for his painting The Education of a Prince. This award increased his fame, even in London; in 1872, the writer Charles Dickens bought his painting The Country Ranger.
An excellent example is the work The Unwelcome Visit, from the Bilbao Fine Arts Museum, where we see a representation of an artist’s studio, in which a nude model poses for a painter, when they are interrupted by the visit of a priest.

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The international admiration and curiosity aroused by his works, of delicate and precious style, was due to the mixture between the novelty of his subjects – ingenious representations of the life of monks, jesters and courtiers set in the sixteenth, seventeenth and eighteenth centuries – and the refinement of his presentations.
This attraction made him stand out from a multitude of skilled genre painters, and enabled him to win the coveted gold medal at the 1870 Salon with the work The Education of the Prince. Months later, as a result of the siege of Paris during the Franco-Prussian war, Zamacois had to leave the city and moved to Madrid, where he died unexpectedly during the winter of 1871.

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Eduardo María Zamacois y Zabala nació en Bilbao, España; hijo del profesor Miguel Antonio de Zamacois y Berreteaga (1794-1863), y de su segunda esposa, Ruperta María del Pilar de Zabala y Arauco. Su padre fue el fundador y director de la Escuela de Humanidades de Santiago de Vizcaya[1] Entre sus familiares se encontraban numerosos artistas: escritores, actores y músicos. De ascendencia vasca, su apellido es originario de Hasparren, Francia, donde se escribía originalmente «Samacoys».
Recibió una completa educación, que incluía clases de dibujo con un artista local llamado Joaquín Balaca (c.1820-?). Más tarde, al cerrar la escuela de su padre, la familia se trasladó a Madrid y, en 1856, ingresó en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde estudió con Federico de Madrazo[2].
Hábil negociador, se esforzó por acceder al mayor número posible de exposiciones europeas. El éxito no tardó en llegar. En 1861, se le encargó la realización de pinturas decorativas en los aposentos del futuro rey Alfonso XII en el Palacio Real de Madrid. Este trabajo le valió una beca de la Diputación Foral de Vizcaya, que le permitió continuar sus estudios[1]. En 1862 y 1864, fue premiado con medallas en la Exposición Nacional de Bellas Artes[2].

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